La tristeza quiere ensombrecer los días. Y no quiero dejarla. Porque no tiene por qué. Y si lo tiene, es cosa suya. Por eso me revelo a mi favor y le escribo no. No te dejaré atosigarme, ni siquiera te dejaré acercar. No te acepto ahora como aliada. Ni tan siquiera como enemiga te acepto. Te niego
… y me quedo tranquilo
1 comentario:
Yo una vez -más de una, jajaja- la tuve, y la acosté conmigo, y la bañé en el mar, y la llevé de paseo, y hasta la dejé leer la página izquierda del periódico mientras yo leía la página de la derecha, (no veas cómo me molesta!)... porque mi tristeza es cabezona y si no la dejo entrar no para de llamar y empujar mis puertas...
Me alegra mucho que la tuya te respete y se deje negar...
Ánimo!... que la marea siempre vuelve a subir...
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