miércoles, 25 de julio de 2007

Still loving you





A pesar de los pesares que lo impiden

A pesar de las razones que lo alejan

Por encima de los saberes razonados y de las cargas conocidas


Still loving you


El sentimiento ahora es un espacio. Como un almacén o armario –el tamaño aquí no importa- Solo importa que ahora sea contenedor el sentimiento… o siempre. No sé bien.

Y del espacio sentimental es necesario, a veces tantas veces, ocuparse ordenando anaqueles. Como diligente comerciante. Y limpiar. Cual arqueólogo sensato que del anciano hallazgo retira la tierra, que cubriéndolo a ella quiere volverlo.

Limpiar y ordenar los sentimientos que como contenedor se aparecen para este escrito porque así conviene a quien lo escribe para desalojar de aquello que es finito… aquello que inevitablemente estorba.

Como las zapatillas viajes a las que tanto cariño tengo y de las que tanto me cuesta deshacerme, pero que no sirven ya, y hay que tirarlas porque del armario ocupan sitio.

(Sé que no debí usar las zapatillas como metafórico argumento para el deshacerme del que escribo… pero así salió, y por respeto al género –literario-, así lo dejo… con perdón)

Pues lo mismo ocurre.

Es necesario deshacer y ordenar. Crear un nuevo espacio en el mismo espacio. Limpio de emociones recordadas y de recuerdos emocionados. Limpio de fantasmales sombras. Puesta cada cosa en un lugar –que es el suyo porque la voluntad gobierna- … Y airear.

No es debido olvidar que para limpiar algo, hay que ensuciar algo Por ello no pierdo de vista ni de razón que tirar sentimientos es mala práctica. Todo conviene. Por ejemplo la tierra del arqueólogo aquel –sensato- sirve también -puesta en tiesto- de vientre fecundo a algún vegetal… por ejemplo de esos que dicen que anuncian que existen… que haces que te rías de la bruja avería

Nada siento que del sentimiento quiera tirar, porque nada sentido, merece tal fin contaminante o -si biodegradable- afeante al paisaje por extraño… o imposible. No, no es tirar, como a las zapatillas. Es ordenar… por ejemplo escaneando y guardando en un formato más pequeño, que ocupe menos… que permita seguir utilizando el sentimental espacio aquel… pues en verdad, no tengo más. Y tampoco culpa de que me toque vivir en una edad –histórica- de tanta información y con tanto conocimiento disponible… para todos.

Podré decir y digo que he amado a una persona de muchas maneras. Y que todavía quiero… pero distinto. Y que fue bonito, muy bonito… hasta que dejó.

Pero dejó… no es trauma. Antes bien, es avance. El avance de saber que estaremos siempre todo lo bien que nuestra condición nos permita y nuestro amor… nos indique.

El amor humano por lo humano y aquello que no es. El amor que se transmite con unos mensajes vía email o por sms móvil. El amor por la pasión y los sentimientos. El amor por la vida en la vida que elegimos al elegir. El amor que lo dan hijos, padres y hermanos… las personas amantes también y los amigos y las amigas… y hasta la perra, que no siendo humana, nos enseña al respecto del amor, y el interés del seguro. Algo que deja al amor en situación no sé si comprometida… pero desnudo, luego sin truco o aderezo de tejido o idea.


El amor. Una mierda… fertilizante.






sábado, 21 de julio de 2007

Jaime Gil de Biedma




HAPPY ENDING


Aunque la noche, conmigo,
no la duermas ya,
sólo el azar nos dirá
si es definitivo.

Que aunque el gusto nunca más
vuelve a ser el mismo,
en la vida los olvidos
no suelen durar.

Gracias a Ripley he descubierto a quien desconocí. Jaime Gil de Biedma (ver biografía, es recomendable)

No he sido lector poético. He sido lector prosaico que con el realismo se queda y conforme más social, mejor. Pero voy descubriendo, y poetas como Gil de Biedma… me gustan.

Más allá de la condición sexual que eligió Gil de Biedma, más allá de con qué ojos vio el mundo. Me atrajo el estilo literario. Su poesía realista y clara. Evidente y directa.

Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!

(de su poema: Contra Jaime Gil de Biedma)





- Otro sitio con poesía de Gil de Biedma

- Y otro más (quizás el más completo)





la foto es de chocolate buttons


miércoles, 18 de julio de 2007

Al amigo... trascendido





Hoy ha muerto un amigo. Fue un buen hombre. Es un gran recuerdo para todas las personas que le conocimos.

A su alma... a nuestra memoria que le mantendrá vivo.

A Dios... Manolo.


domingo, 15 de julio de 2007

Silvio Rodríguez

Pequeña serenata diurna





Ojalá





Corridos de ayer y hoy.






Es bastante probable que la primera música que escuche fuese un corrido. Pero no es seguro.

A mi padre le gustaban, y los escuchaba con pasión y continuidad. Recuerdo aquel "tocadiscos"... mágico, y los discos y sus fundas... y las imágenes de pistolas, cinto vaquero y el enorme sombrero mexicano.

Corridos... sociología... y recuerdos.


viernes, 13 de julio de 2007

Bandera hiciera


Bandera hiciera.

Con el azul de tus ojos.

Rubia.

Bandera hiciera.

Para entregarla al viento.

Y que jugara.


Como jugar quisiera. Rubia

Como jugar quisiera

Contigo. Rubia

Si me dejaras.




La foto es de Marianne Perdomo



(05/06/05)

En ti Tierra me admiro contigo


En ti Tierra me admiro contigo

Con tu mar -del que jamás quisiera estar lejos-

Con tu cielo –que contaminado será nuestra perdición-

Con tus bellas arrugas -ahora valles ahora montañas o llanuras-

Contigo tierra me admiro en ti



Con el azul de tus horizontes

Con los ocres de tu suelo.

Con el esmeralda verde de tus playas.

Tierra te admiro


Madre toda de todo


Fría, cálida o infernal.


Gea hacedora…


¡que poco te respetamos!





La foto es de montseteca

Muerta a los 15 años


En una isla hay un valle que fue verde. Hoy no. Hoy el cemento lo nubla. Y en ese valle hay una cárcel. Aunque no recibe ese nombre. Porque es para jóvenes menores de edad y a la cárcel la denominan centro de internamiento de menores con medidas judiciales.

El nombre es largo. Incluso en alguna ocasión se escribiría con mayúsculas (las iniciales), para resaltar su condición propia. Formal. Institucional. Pero la función que tiene es corta. Sirve para encerrar.

Lo que cuento no es un cuento. Podría ser tema de novela –negra de género- pero no un cuento. Porque se muere. A los quince años (15) murió Ayatimas asfixiada por el humo de un incendio provocado. Para llamar la atención. Para protestar -que a esas edades se protesta mucho- Para mover las conciencias –seguro que sin saberlo-

Antes de ese incendio hubo otros. Porque los colchones no eran adecuados. Porque quien tutela se descuida. Porque los hijos del conflicto social son siempre un conflicto. Son –claro- la semilla de él. El mañana del hoy de la marginación.

Sus tutores –burocracia con cara de Estado- conocían que había peligro. Sabían –por experiencia que no tenía Ayatimas- que esos centros –y más aun masificados- son de riesgo para la vida. Porque en ellos no hay vida. Solo muros, barrotes y normas duras, para un sitio duro de duras puertas y paredes.

No la conocí. No supe de ella antes que –muerta- fuera noticia de telediario. Pero ahora escribo. Porque hay otros y otras Ayatimas. Vivos casi. En cárceles que no son cárceles pero que sirven para lo mismo y cuyos tutores no sé si saben.

Ayatimas ahora flota. En el cielo azul de las almas. Como isla entre ellas y entre nosotros. Libre –sin cuerpo- ya. En el recuerdo.







(Publicado en La página de los cuentos el 11/06/05)

Tu ombligo


Desde el día anterior me alojaba en el hotel. En la planta 9ª. Dentro de una habitación limpia, espaciosa y luminosa.

Los asuntos que me traían hasta la ciudad iban bien. Y la primavera; que pasaba ya el testigo al verano, invitaba aquella tarde a disfrutar de la luz y del azul del cielo.

Llamadas telefónicas. Organización de papeles y... ¡se acabó por hoy! Era la hora de salir a pasear. Cómodo de ropa y de ideas. Sin otra obligación que ver la vida en la calle. Henchido de ella –de la vida-.

El ascensor me esperaba –como si él también quisiera acompañarme- Pero sabemos que eso no es posible. Así que entré y para bajar al lobby presioné el botón. Azul entre otros blancos. Una de esas curiosidades que buscan ser signo de identidad.

En la planta 6ª paró la máquina. Abrió su puerta y... –habrán cogido el otro, pensé- Pero no. Un segundo, o dos –no sé- y apareciste. Tú y tu ombligo contigo –normal, ¿no?- Pero la cosa es que vi antes a tu ombligo que a ti. Y por eso lo digo. Porque tu ombligo estaba al aire –seguramente donde deberían estar todos los ombligos; no lo sé- pero en cualquier caso el tuyo lo estaba. Y tan feliz que se le veía. ¿O era yo? –es decir mi apreciación-. Tampoco lo sé. Solo sé –ahora recuerdo- que tu ombligo hizo de imán para mis ojos. Los atrajo y casi los deja ahí –mirando-.

Tomé el control –de mis ojos; porque fue tú dedo el que lo tomó del ascensor apretando el azul botón- y seguimos bajando.

Ahora –con el control tomado- miraron mis ojos a los tuyos, que también como imán quisieron quedarse con mi mirada –aquí es posible que me exceda por pretencioso, porque qué culpa tienen tus ojos de que los míos sean tan atraíbles- Pero bueno, parece que esto queda mejor así, atrayendo tus ojos a los míos como antes tu ombligo.

Y seguimos bajando –porque el ascensor lo hacía- y te seguí mirando –y tú a mi- Y tuve que volver a ver tu ombligo –porque de verdad, era encantador- Redondo, chuiquito, en medio de ese vientre tuyo que, no solo atraía mi mirada, sino –esto empeora- me llamaba a besarlo.

Todo iba muy deprisa. Mi vista, la tuya y el ascensor. Pero más aún mi cabeza. Que esa, ¡ni se sabe ya, donde estaba! Y te pregunté... ¿podré besar tu ombligo?

El ascensor encontró el lobby –conocía bien el camino- y abrió la puerta –ni lento ni rápido, sino a la velocidad programada- y nos puso delante de un grupo de franceses que tenían en el hotel una convención. Aquellos que anoche tenían una buena borrachera y sobre los que pregunté –en la mañana y así, como quien no quiere la cosa- en Recepción. Porque a las tres pasadas ¡que vi el reloj!, los desinhibidos clientes habían tocado en mi puerta preguntando por una tal Anaïs.

Fueron segundos –en el tiempo- Yo esperaba que tú salieses –al fin y al cabo la llegada al destino me había echo recobrar la “cordura” y no me parecía apropiado salir en primer lugar. Pensé que tú saldrías corriendo- Los franceses, seguro que esperaban que saliésemos –y también es seguro que les daba igual en que orden lo hiciéramos- Y, quizás impacientes, preguntaron, salent-ils? Non, nous allons en haut –contestaste- Y la puerta se cerró, a lo mejor también por impaciencia, dejando a los franceses en el lobby.

No volví a verte. Aunque lo intenté. Pero no. No supe más de ti. Y tampoco indagué. Esa es la verdad. Y ahora, mientras escribo, recuerdo que nunca sabré si el botón azul era –mientras subíamos- el de la planta 6ª y no el del lobby o fue cosa que se me pareció.

Misterios de los signos de identidad; supongo.



La foto es de villaverde82



(Publicado en La página de los cuentos el 08/06/05)

Te fuiste


Un día cualquiera. De cualquier semana de un mes. Te fuiste muy aprisa. No sé sin con ganas o a la fuerza. Pero te fuiste.

Yo quedé esperando y pensando; ¡ya volverá! Y me dormí. Como suelo hacerlo tras algún agotamiento. Profundamente. Sin movimientos siquiera. Ocupando de la cama lo imprescindible.

Días después me di cuenta. Ya no volverías. Ni volverían aquellos momentos. Solos tú y yo. Sin prisas. Disfrutando los dos en un mundo a nuestra medida hecho. Como de verano en invierno. Felices de encontrarnos. Sin rutinas. Amigables. Descalzos. Con el afecto en los dedos. De juego hechos.

Ahora. Tendido en el sofá. Tal como a ti te gustaba verme. Reconozco que te añoro. Ya la casa sin pelos. Nada huele a ti -y me alegro- Pero me falta el ronroneo. Tu bigote no afeitado y esas uñas; afiladas garras de gato de las que huyendo me hacia daño.



La foto nada tiene que ver con el tema... pero que me gustó; es de Llanisca



(Publicado en La página de los cuentos el 31/05/05)

Sencillez


Sencillez es cualidad que les define. Porque nada hay en su existencia que aspiraciones demuestre; salvo las naturales –por eso sagradas- de vivir e ir a más. Pero esa sencillez y ese adaptarse aceptando; como si budistas fueran, no parece suficiente para que nuestro respeto tengan -el humano respeto que fama tiene de ser efímero-. Y nos molestan. Como a veces lo hacen los viejos y muchas los desclasados.

Siguen aquí y ahí. Errantes. A nuestros oídos en silencio. Torpes –creemos- pero firmes en su objetivo. Resistentes. Como los pobres. Como los viejos que nos avisan del futuro –de nuestro futuro; que del de ellos ya sabemos y saben-. Viviendo las más de las veces sin que se les vea. Jugando con nuestra habilidad. Apareciendo y desapareciendo cuando se les antoja. Recordándonos que el disgusto que sentimos por su existencia les resulta indiferente. Dejándonos presente que nuestras victorias son otras. Nunca su futuro. Que más bien les pertenece el nuestro.

Ancestrales muestras de vida parda. Fugitivas de la luz. Reclicladoras universales de omnívoro apetito. Seres de aparente inutilidad a los que criamos sin querer y queriendo, no evitamos. Cucarachas gaseadas; aplastadas; despreciadas. Siempre supervivientes.



La foto es de victor_nuno



(Publicado en La página de los cuentos el 22/05/05)

Gases


¿Qué historia contar que contada no estuviese ya?. Varias veces la misma pregunta se hizo y tantas veces respuesta no hubo que le dejara descansar.

La necesidad de escribir era ahora grande. Muy grande. Porque algunas fuerzas faltaban y el efecto caldera comenzaba a preocupar, aun sin saber bien del todo sí la misma caldera era o por el contrario era el elemento que ya no en estado líquido estaba sino que gaseoso presionaba aquellas paredes cilíndricas -que es como mejor podía imaginar cualquier caldera que de serlo se precie- presuroso por volver a la atmósfera que, azul, contiene al planeta y de donde nunca al artilugio debió pasar.

Gas noble pensaba; y reía. Porque siempre gracia le hizo imaginar que hasta a los gases afectaba la cosa de las clases. Aunque bien, o casi bien sabía que tal nobleza no provenía de nobiliaria condición, sino de la incapacidad que tenían los tales gases para reaccionar con otros elementos y que nunca perdían aquella individualidad atómica que nobleza, por pureza, les daba.

Pero sí. Gas noble, como el helio que por ligero sobre los demás flota o el neón, que más pesado, agrada por su hermoso color naranja cuanto dentro de algún tubo a la red eléctrica se conecta y a las fachadas ilumina. Gas noble se sentía. En caldera presionando y presionando. Haciendo tiempo y desesperando a la vez. En medio siempre de un juego de dualidades vitales. Seguro a veces, inseguro otras tantas. Convencido e ignorante. Entre el amor y su contrario. Entre la tierra y el cielo. Vivo… pero incompleto. Y al escribir esto comprendió. Metano y no helio era. Metano con ínfulas de nobleza. Metano en estado sólido que, soñador; de la caldera huir deseaba.

Se levantó de la silla que para trabajar usaba. Y con firme resolución al cuadro de mandos se acercó. Presionó el botón rojo del panel y los vecinos pudieron escuchar un ruido, ronco, casi grito se diría. Al instante la aguja del presostato se desplazó a la izquierda. Clara muestra de que la intensidad de la presión disminuía.



La foto es de spiffytumbleweed



(Publicado en La página de los cuentos el 21/05/05)

De perdernos... y cosas así


Un día, ya incapaz de mantener la piedra, la dejo caer


Nos perdimos varias veces en un –parecía- infinito desierto de espejismos atroces.

Nos perdimos muchas veces en un –imaginario- océano de olas magníficas por aterradoras.

Nos perdimos tantas veces en un –soñado- negro abismo que hasta el mismo núcleo pudimos ver, incandescente…

Nos perdimos varias, muchas... tantas veces en soñados, imaginarios… aparentes espacios terrestres o marinos de espejismos, olas y abismos.


Nos perdimos hasta el infinito… para no volver a encontrarnos.




En algún lugar brillará siempre la estrella que no tuvimos.

En algún lugar estaremos siempre anónimos el uno al otro.

En algún lugar seguiremos aprendiendo a explorar.

En algún lugar consultaremos mapas, cartas y portulanos… ilusionados con encontrar, quizás nada. Ilusionados.


Exploradores más bien torpes, nos perdimos perdiéndonos… en algún lugar.



Nos perdimos lo mejor de no perdernos por no saber explorar… por no saber esperar… por no saber indagar… por no saber encontrar.

Nos perdimos.

Y ahora que no nos hallamos; recuerdo que siempre me fastidio perdernos.

Y ahora que no nos hallamos; sé no quiero volver a encontrarte… para no volver a perderte, para no volver a empezar una ruta rutinaria de querer y no saber; de saber y no bastar.


Ahora que no nos hallamos… cada camino se hará.





la foto es de SoniaRo



(Publicado en Colores el 10/07/07)

Sin calcetines mejor... no hay duda


Paseando por flickr encontré un espacio que merece ser visitado para leer... este ensayo. Me gustó el estilo, por eso lo recomiendo.

El autor mantuvo este blog




la foto es de steveh30



(Publicado en Colores el 07/07/07)

Disfruto con el Blog… qué le vamos a hacer.

En el post anterior exprese admiración por tres mujeres, aunque en el espacio, además de la primera foto, el mayor número de palabras fueron para Madame Royal.

Su rostro me resulta hermoso y si es el espejo del alma –de la suya y de la de todo humano ser- pues tenemos a la vista un alma… divina, lo que no deja de ser una reiteración, pues todas las almas son por naturaleza divinas, no?. Pero bueno, así salió y así lo dejo.

El hecho cierto es que José Gervasio Morales (Uruguayos en Lanzarote) me dio la idea en su comentario al post de las musas. Y use la búsqueda y apareció –no voy a decir por arte de magia, pero hubiera sido bonito-

Apareció el blog de Ségolène –espero que disculpe la confianza- Y le escribí, claro. Un pequeño comentario (se puede leer aquí, porque lo han publicado)

Ahora, en mi blog, para que no dé lugar a dudas sobre la naturaleza de mis intenciones –hoy están las cosas muy difíciles…- una vez que -al menos en mi imaginación- Madame Royal conoce de mi existencia sobre este planeta que compartimos. Le voy a escribir la carta.


Madame Ségolène Royal.

(tal… tal… tal)

París


Apareció usted en mi vida viendo un telediario, y al instante supe que se trataba de una aparición del cielo, que por tener forma humana solo puede darse en La Tierra.

Guapa y atractiva; segura usted de usted misma; elegante; madura –valor que no tiene precio- Subyugante –que es palabra que uso poco-...

No es mi intención abrumarla con excesivos halagos que la hicieran pensar de mi algo extravagante –que es palabra que uso menos- Pero créame, al menos lo escrito, está meditado y sopesado.

Antes signifiqué su madurez -reconozco que eso me atrae de las mujeres- Ahora también menciono su gusto por la política. Y hago coincidencia de las dos condiciones porque me permiten explicarle que no solo es una cuestión de imagen mi agrado al verla. También es una cuestión de admiración por intuición. Me explico mejor.

La política es pasión que compartimos –aunque usted la ejerce más activamente que yo- e ideológicamente estamos –más o menos- del mismo lado también. Entonces, por su vocación y sus ideas –siempre he pensado que ser de izquierdas implica un mayor ejercicio intelectual, y que me perdone la gente de derechas pues no es nada personal, y espero poder aclararlo de mejor manera en otra ocasión- …

(me pierdo)

Por sus vocación y filosofía, decía; interpreto es usted persona de intelecto flexible y dado a reconocer el relativismo de las cosas del mundo y la condición humana. Añadido eso a la madurez, el resultado es: enorme atractivo.

Aquel resultado, elevado por el efecto de la apariencia –sus ojos sobre todo-, da una nueva magnitud que, por rubor, no me atrevo aquí a expresar con toda crudeza, pero que en versión más suave, se escribiría… me enamora usted.

Entonces, a la lectura de todo lo escrito, solo queda añadirle que me permito postularme como su más entregado servidor –en la medida en que usted y yo, seguro, interpretamos tal adjetivo-

Yo sería felizmente para usted un fiel colaborador. Incluso podría llevarle el desayuno a la cama –si duerme usted sola, claro- Y leerle los periódicos –en castellano, eso sí-… qué sé yo. Podría ayudarla a usted en muchas faenas y lo haría gustoso. Y vivir en París no me importa.

Si quiere usted le envío mi currículum. Seguro que en el presupuesto de que dispone tiene cabida un asesor más. Para políticas de la Unión, por ejemplo. Siempre es bueno considerar otros puntos de vista. Yo soy persona trabajadora e intelectualmente activa a la que las cosas del mundo le apasionan. Como a usted, creo.

Nuestra relación se podría enmarcar mediante un contrato formal, con la figura que corresponda según el ordenamiento francés, en el cual definamos prestaciones y contraprestaciones, para que así sea todo claro y no tengamos que discutir nunca –o casi-


Bueno… no la ocupo más, y yo también me desocupo de esto, que siempre hay otras cosas que hacer. Pero sepa que lo dicho es sincero y que estaría dispuesto a vivir, junto a usted, esta fantasía mía de mañana de sábado luminoso y con menos viento que ayer.

Siempre a sus pies es una frase de despedida que tiene su cosa morbosa, y no por eso menos seria, así es que la usaré para finalizar la carta, junto a tres besos, que espero reciba usted con agrado.



La foto es de ddestudio



(Publicado en Colores el 23/06/07)

Confusión


Confusión es natural por naturaleza misma. Es divina realidad hecha un ovillo. Realidad enredada de nudos con que entretener el tiempo.

Porque confusión es un tiempo. Y hasta un punto de vista.



La foto es de LuluP



(Publicado en Colores el 03/03/07)

Sufi



...Borracho sin beber vino; saciado sin haber comido; abstraído, mal alimentado, insomne; un rey vestido de harapos; un tesoro enterrado bajo escombros; no hecho de aire ni de tierra; un mar sin orillas; poseedor de cien soles y estrellas y lunas; conocedor de la verdad universal que no se aprende en libros.


La foto es de NikAt




(publicado en Colores el 10/02/07)

Y un mensaje en el camino


Vendré un día y traeré un mensaje,
meteré luz en las venas,
y alzaré la voz:
¡Oh vosotros que tenéis la cesta llena de sueño!
Traigo manzana, manzana roja del sol.

Vendré, daré un jazmín al mendigo.
Obsequiaré otro zarcillo a la bella leprosa.
Diré al ciego: ¡Qué vistoso es el jardín!
Seré un errante, daré vueltas por los callejones.
Pregonaré: ¡Rocío, rocío, rocío!

Un pasajero dirá: Verdaderamente es una noche oscura.
Le daré una galaxia.
En el puente hay una chiquilla sin piernas,le colgaré la Osa Mayor del cuello.

Eliminaré todos los insultos de los labios.
Tiraré todas las paredes de su sitio.
Diré a los salteadores de caminos:
Ha llegado una caravana y su mercancía es la sonrisa.
Romperé las nubes.
Araré los ojos con el sol, los corazones con el amor,
las sombras con el agua y las ramas con el viento,
y juntaré el sueño del niño con el murmullo de los grillos.
Levaré globos al cielo.
Regaré las plantas.
Iré donde se están los caballos y las reses y les echaré verde hierba de caricia.
Para la yegua sedienta, traeré un cubo de rocío.
Para el burro viejo, espantaré sus moscas en el camino.

Vendré sobre todos los muros,
plantaré claveles.
Debajo de cada ventana recitaré un poema.
A cada cuervo daré un pino.
Diré a la serpiente: ¡Qué encanto tiene el sapo!
Haré amistad.
Daré reconocimientos.
Pasaré caminos.
Tomaré la luz.
Amaré.

Es del poeta iraní
Sohrāb Sepehri

La foto es de:
marc_l'esperance's



(Publicado en Colores el 01/09/06)

Barca




Dicen que es cayuco… pero no está claro si nos atenemos a la definición de Wikipedia. Porque estas barcas no son de una sola pieza. Pero eso no importa tanto.

En cualquier caso en Senegal, además de para pescar –sobre todo antes de que los caladeros fueran diezmados por los arrastreros europeos y asiáticos- se usan también para transportar personas que buscan más allá del Continente condiciones de vida mejor.

Ojala todos tengan suerte.



(Publicado en Colores el 21/08/06)

Comprender


Comprender es necesidad.

Endemoniado espíritu de inquietud.

Llamada a la que acudimos, a veces sin querer.

Es búsqueda infinita que buena práctica resulta y ha cuya tarea entregadas o entregados, nos pasamos –también a veces- tiempo.

Comprender hacia afuera y hacia adentro.

A través de los demás y de las cosas.

A pesar de los demás y de las cosas.

Comprender para seguir sin saber nada.


(Publicado en Colores el 27/07/06)

La orilla es frontera


La orilla es frontera, y más allá de ella, superada las rompientes; el mundo se vive mejor si tienes branquias, escamas, un par de aletas en el dorso, una caudal y… ganas de vivir o instinto, que más o menos lo mismo debe ser.

Pero ese mundo es un paréntesis entre dos tierras. Siempre sucede así. Más allá del mundo de los peces se vuelve a ver la tierra. Otra tierra. Aunque la misma Tierra. Y sobre esa tierra, casi siempre, hay gente. Unas veces, mucha gente. Otras… menos o casi nadie.

Y uno o tú, si quieres y estas en una orilla; puede hacerse preguntas. ¿Qué harán? ¿Qué pensarán? ¿Se imaginarán que imaginando estoy...? Mientras; las olas siguen rompiendo. No sabes si respondiendo o a sus cosas dedicadas. Pero siguen rompiendo. Sin preocupación. Con especialización. Como si nada de este mundo con ellas tuviera que ver. Ensimismadas. Impotentes para hacer otra cosa. Salvo volver al centro del mar –si es que pueden y tal hay- y otra vez iniciar el camino a toda costa a una costa; a cualquiera de ellas.

También los inmigrantes desde África. Imaginada negra a fuerza de oírlo. En pequeña barca -por eso barquilla-. A otra tierra se mueven “por sobre el mar”. Achicando agua y vómito. Para no hundirse. Porque de ese mundo no son y les conviene poco. Presurosos. Aunque en el motor nada puedan hacer para volar como lo hace el agua, cuando le da la gana y rompe contra la barca que, por ser pequeña, es barquilla y también puede, por mareo, creerse ola y… ¡Dios nos libre!

Olas y gentes. En un endiablado espacio grande y pequeño a la vez. Húmedo y frío. Oscuro por necesidad. Frontera siempre. Natural unas veces. Infranqueable frontera de la diferencia… las más. Porque la gente, y las olas, son diferentes. Entre si y las unas de las otras. Pero al contrario –pienso- que las olas. Las gentes parecen que encuentran en la diferencia un motivo de atención (¡las olas son tan poco atentas!) Y de esa atención terminan por crear tensión que, también como ola, se rompe en la cara de quien llega a la playa, en barquilla, “por sobre las olas del mar”; desorientado.


(Publicado en La página de los cuentos el 21/05/05)
(Publicado en Colores el 25/07/06)